La evolución de la ciencia ha sido bastante lineal en los últimos dos siglos. Se han ido produciendo avances a medida que nuevas La evolución de la ciencia ha sido bastante lineal en los últimos dos siglos. Se han ido produciendo avances a medida que nuevas herramientas nos permitían ir más allá de nuestros propios sentidos. Y ha ido avanzando por la senda de la especialización. El médico se convirtió en especialista, oftalmólogo, traumatólogo, cirujano maxilofacial, etc. EL ingeniero también se especializó en electrónica, tratamiento de señales, fluídica, etc. Y así, el conocimiento fue ampliándose y también dispersándose, de modo que un exceso de especialización nos hace perder el sentido global de las personas. En el caso de la medicina es aún más grave, puesto que el ser humano es uno, y no un conjunto independiente de partes. Por suerte, en este momento de la historia, estamos volviendo a la integración. La formación de equipos interdisciplinares de trabajo permite volver a mirar los problemas con otros ojos, y con otros sistemas de creencias, otra estructura mental, y ese es (a mi modo de ver) un buen camino para comenzar a recuperar el sentido de unidad. Entre esos equipos disciplinares está la ingeniería biomédica, que trata de aplicar herramientas de ingeniería a problemas o desafíos del ámbito de las ciencias de la salud, con resultados a veces predecibles, a veces sorprendentes. A veces es más de lo mismo, pero con mayor precisión, pero en ocasiones los resultados obtenidos se traducen en un cambio de modo de ver las cosas. Así ha ocurrido en el caso del análisis de las señales del corazón.
Utilizamos a menudo la palabra coherente para mostrar cuando una persona piensa y actúa en la misma línea, o cuando piensa y siente de la misma manera, cuando no hay conflicto interior. Desde el punto de vista de la física, la coherencia es una propiedad de las ondas que indica cuándo dos ondas están sincronizadas, los picos (amplitud máxima) coinciden, los pasos por cero también coinciden.
La señal eléctrica del corazón hace más de 100 años que se estudia. Y sabemos que el ritmo cardíaco tiene mucha relación con el ritmo respiratorio. La vida se basa en la capacidad de adaptación a las circunstancias, y una de las necesidades vitales es adaptar el ritmo cardíaco. EN el programa de esta semana hablamos sobre la variabilidad del ritmo cardíaco y su análisis. De la mano de Carlos Macià, que estudió el mismo master que yo en Ingenieria Biomédica, vemos cómo a través del análisis (desde la ingeniería de telecomunicaciones) de la señal del corazón podemos distinguir diferentes emociones, formas de vivir, y sobre todo, podemos recuperar la coherencia del corazón que, una vez conseguida, se convierte en coherencia de todo nuestro ser. Puedes escuchar el programa en el apartado de radio
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